miércoles, 16 de julio de 2008

"La Senda del Perdedor" de Charles Bukowski. Combate cuerpo a cuerpo.

Reconozco que soy amante de los deportes de contacto, aunque hoy día no sea demasiado sofisticado sentir cierto placer por observar a dos hombres golpearse hasta la extenuación sobre la lona de un ring. Un sentimiento parecido me embarga cuando leo cierta literatura, la lectura se transforma, indudablemente, en un combate cuerpo a cuerpo entre el que escribe y mi persona. En esta situación me he encontrado con la novela de Bukowski, aunque aviso que este es sin duda el peor contrincante con el que te puedas encontrar, ya que no tienes opción alguna frente a un adversario de esta índole. Sus golpes son directos y precisos, no te permite descanso alguno para coger aire y boqueas a duras penas buscando un poco de oxígeno, mientras sus diálogos y situaciones te golpean constantemente sin dejarte tiempo alguno para poder recuperarte.
Charles Bukowski, alemán de nacimiento aunque afincado en Estados Unidos, es considerado el último de los escritores malditos de la literatura norteamericana. Su prosa ha sido calificada como marginal, obscena, vulgar y maldita, aunque llena de hallazgos lacónicos. No obstante, su genialidad lo ha llevado a ser reconocido como el creador de buena parte de la novela más directa y cruda que jamás se haya escrito, haciendo de Bukowski un escritor de culto. La Senda del Perdedor es el recorrido por la infancia y adolescencia de Henry Chinaski (alterego que utiliza Bukowski para contar sus decepciones). Una novela autobiográfica que recorre, como digo, los primeros años de un Chinaski/Bukowski rodeado por el paro y la desesperación que azota Norteamérica durante los años de la Gran Depresión. Inmerso en un ambiente pobre y miserable, en un suburbio de Los Ángeles, con un padre autoritario y violento, una madre sumisa y acobardada, unos familiares alcohólicos y pendencieros, el hecho de que Henry sufra unas horribles erupciones en la piel, tan dramáticas que llegarán a dejar marcas permanentes en su rostro, no lo ayudarán a introducirse en una sociedad en la que de todos modos no encuentra lugar. Tampoco se relacionará con compañeros o habitantes del vecindario (que no amigos, Chinaski desprecia todo contacto humano) salvo para humillarlos o castigarlos esgrimiendo su elocuencia e ironía.
Todo ello unido a las continuas palizas que recibe, primero involuntarias provenientes de su propio padre, y luego buscadas y consentidas por parte de cualquier matón o compañero escolar que se atreviera a contrariarlo, hacen que Henry/Charles encuentre consuelo en la que será, junto al sexo, una de las grandes obsesiones de Bukowski en su obra literaria, el alcohol. A lo largo de su vida despreció los ambientes literarios argumentando que prefería cualquier bar antes que una reunión de escritores.
Henry Chinaski o Charles Bukowski, Charles Bukowski o Herny Chinaski es ante todo un superviviente, un lector empedernido y uno de los escritores más prolíficos de la literatura contemporánea. Poeta y novelista, escritor “underground”, la obra de “Hank” Bukowski es tan escandalosa como imprescindible.

1 comentario:

Montiel de Arnáiz dijo...

Nada tiene que ver pero había un jugador de los Seattle Supersonics de los 90 que se llamaba Frank Brickowski, cuyas peleas cuerpo a cuerpo contra Dennis Rodman llegaban a la violencia más explícita. No sé si le daba también a la beba, pero si lo hacía, seguro que tomaba Vat 69, solo, con hielo.